miércoles, 17 de junio de 2009

MEDARDO ÁNGEL SILVA

Medardo Ángel Silva nació en Guayaquil el 8 de junio de 1898, y murió el 10 de junio de 1919 en la misma ciudad. Escritor, poeta, músico y compositor ecuatoriano, es considerado el mayor representante del modernismo en la poesía ecuatoriana.

Quedando huérfano de padre a temprana edad, transcurrió su niñez en un chalet pequeñito y de madera ubicado en el camino obligado al cementerio, donde el niño se acostumbró por las tardes a ver el lento paso de la muerte, tal vez dejando una profunda huella en su fina sensibilidad.

En Enero de 1910 aprobó la primaria y fue matriculado en el Colegio Vicente Rocafuerte donde cursando el tercer año abandono los estudios y comenzó a trabajar como obrero en una imprenta. En el 14 comenzó su obra literaria denominada “El árbol del bien y del mal”.

En 1916 gracias a un amigo consiguió el cargo de profesor en una escuela fiscal, logrando así su salto a la burguesía. También empezaron sus colaboraciones en varias revistas del país, pero fue finalmente, en “Renacimiento donde aparecieron cuatro bellísimos poemas suyos escritos en prosa poética. En este año Silva entró al círculo de los escogidos, pero recién en Enero del 17 al conocimiento del gran público, mediante un divulgadísimo artículo biográfico titulado “El Niño Poeta”. De allí en adelante todos se interesaban en conocer al niño genial, buscaban sus poemas e indagaban por sus escritos.

Con solo 19 años la empresa periodística Prensa Ecuatoriana dueña de la revista “Patria” le llevó de Jefe de Redacción. Allí hizo periodismo por primera ocasión en su vida. Escribía, corregía, diagramaba, peleaba en la imprenta y hasta llegó a crear textos publicitarios en verso. También aparecieron varias de sus secciones, poemas, tres relatos y numerosas traducciones del francés y del italiano.

En Agosto de 1.917, Silva publicó el cuento “El Aviso” en un mal momento, su obra “El árbol del bien y del mal” no se logró vender como había deseado. Costando dos sucres no vendió ni un ejemplar y retiró los libros, quemándolos en silencio. El fracaso le hizo ver una vez más la realidad de su situación. A pesar de todo, siempre contó con amigos que lo apoyaban y le profesaban gran estima.

En Enero de 1919 publicó en el folletín del El Telégrafo una novelita rosa de cuatro entregas “Jesús María”. El público femenino quedo encantado con este amor imposible. El Director propietario del periódico cayó en cuanta que tenia a mano a un joven de gran talento y le llamó. Silva aceptó gustoso el empleo que le ofrecían.

Fruto de sus amores con la joven Ángela Carrión Vallejo nació su hija María Mercedes Silva. Pero la pequeña no le daba motivos para vivir. Solo la literatura le animaba y la idea del suicidio lo perseguía con insistencia y un desgano total le quitaba fuerzas. Ya no sentía placer en realizar otras actividades.

Con 21 años recién cumplidos el 10 de junio fue al domicilio de su enamorada Rosa Amada Villegas Moran ubicado en Morro entre Quisquís y Bolívar. Utilizando un revólver calibre 32, se disparó, cayendo mortalmente herido al suelo entre horribles convulsiones que duraron varios minutos. Cuando la madre arribó ya había muerto.
El proyectil había entrado por detrás de la oreja, suponiéndose que en el último instante el joven pudo haber hecho un movimiento involuntario que desvió la bala. Nunca se sabrá si todo fue un juego o si por el contrario, se trató de un acto a conciencia. El suicido de Silva ocasionó un gravísimo escándalo nacional. El sepelio fue concurridísimo pero no hubo servicios religiosos por su condición de suicida.

Su poesía era hasta cierto punto romántica. Aun así, tenía las características de un modernismo que había llegado tardíamente al Ecuador y que estaba a punto de expirar en Europa. Después de su muerte sus poemas se publicaron en Francia en 1926 por Gonzalo Zaldumbide.

Aunque no se graduó de bachiller fue un gran autodidacta, así se le facilitó el contacto con la poesía de los simbolistas franceses, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire, quienes llegaron a ser sus más grandes referentes y fuente de inspiración. Sus influencias, además, fueron el modernismo de Rubén Darío y el misticismo de Amado Nervo.

A su poesía mejor lograda pertenecen los endecasílabos de "Danse d' Anitra", escritos para el álbum de Anna Pawlowa, en los que las imágenes y el ritmo van componiendo la graciosa corporeidad de la danza.


"Va ligera, va pálida, va fina,
cual si una alada esencia poseyere.
Dios mío, esta adorable danzarina,
se va a morir, va amorir… se muere.

Tan aérea, tan leve, tan divina,
se ignora si danzar o volar quiere;
y se torna su cuerpo una ala fina,
cual si el soplo de Dios la sostuviere.

Sollozan perla a perla cristalina,
las flautas en ambiguo miserere…
Las arpas lloran y la guzla trina…
¡Sostened a la leve danzarina,
porque se va a morir… porque se muere!"


La poesía romántico-modernista ecuatoriana evoca la exaltación del amor, la fascinación por lo exótico y un metódico tedio por la vida. Silva era el menor, y acaso el más importante poeta de la generación del novecientos.

Entre sus famosas obras literarias están:
“El árbol del bien y del mal” (poesía)
“María Jesús” (novela)
“Trompetas de oro” (poesía)
“El alma en los labios” (poesía).

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